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Red Perspectivas: Nacional

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TIEMPOS DE HEGEMONÍA Y TIEMPOS DE DISPUTA: UNA FORMA DE ENTENDER LA REALIDAD

Autor: W. Benjamín.

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Primera afirmación: la democracia chilena siempre ha funcionado en forma tutelada por la oligarquía. Sus tres últimas constituciones no han tenido un proceso deliberativo y sancionado por el pueblo.

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Segunda Afirmación: Luego de la dictadura se instala un proceso hegemónico en Chile. Entendido este, como unos consensos políticos, sociales y económicos, en el marco de una constitución tutelada, con condicionantes autoritarios evidentes pocas de las cuales  fueron erradicándose  en el tiempo. También se instala un relato que da un sentido totalizador a un modelo neoliberal totalizador, colocando como excepciones los errores y faltas del modelo.

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Debe tenerse presente, que en Chile desde la elección del Presidente Frei Montalva hasta el final de la dictadura en 1989,  se desarrollaron en el país procesos revolucionarios y contrarrevolucionarios de gran magnitud, donde la sociedad chilena se vio envuelta y siendo parte en procesos de cambio de alto impacto y significativo para las vidas  de la personas.

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Tomado en cuenta lo anterior, luego de la recuperación de la democracia, este momento hegemónico se expresa, en distintas formas de lucha, la desobediencia civil y la lucha pacífica, donde ninguna de estas tres logra cambiar el curso de la historia y las fuerzas sociales y políticas a contrapelo se ven obligadas a jugar en el terreno diseñado por la dictadura: el plebiscito.

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La hegemonía se expresa como un momento político donde las fuerzas económicas, sociales y culturales coinciden mayoritariamente en un ethos; en una forma de ver el mundo, acompañado por un consenso alto por el desarrollo de sus formas. (Significado literal de hegemonía: conducir, ser guía).

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Muchos de esos líderes opositores, que vivieron varios de estos procesos, son los que toman las decisiones en 1990, con la vuelta de la democracia. La generación del 80, los jóvenes que se unieron a la lucha política y social, o no formaron parte de las decisiones de poder o tomaron puestos de tercera y cuarta categoría.

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El periodo hegemónico puro se desarrolla por 18 años, en los gobiernos de Aylwin, Frei Ruiz-Tagle y Lagos. Luego viene el Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet y ocurren dos hechos que muestran el inicio del fin del ciclo hegemónico: los que se llamó el nacimiento de los díscolos, en términos políticos, y el movimiento social protagonizado por los “Pingüinos”, el año 2006, al comienzo del gobierno.

Los cambios producidos en la dualidad dictadura-democracia luego de 1990, se expresan en terminar con los enclaves autoritarios más evidentes, desarrollo productivo de la economía y su diversificación, desarrollo del mercado de consumo y el endeudamiento normalizado; y la construcción de infraestructura en diferentes niveles.

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En este desarrollo, en el marco de la hegemonía antes señalada, no se enfrentaron  temas estructurales; el Estado tuvo un desarrollo mínimo y las soluciones que se buscaron básicamente se dieron en torno al mercado. Se disminuye la pobreza fuertemente y se construye una sociedad frágil, tensionada, más o menos dañada psico-biologicamente, clasista y desigual.

Luego y en forma paralela van desarrollándose diferentes situaciones socio-políticas-culturales. La sociedad chilena va aumentando en diversidad y se van levantado demandas específicas por diferentes grupos sociales (animalistas, veganos, feministas, legalización de cannabis, LGTB, etc.)

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El principio del fin del periodo hegemónico ya había comenzado  con la asunción al poder de la derecha el 2010, o un poco antes. La pérdida de hegemonía parte por lo social y se va evidenciado luego en lo político.

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Picketty (El capitalismo en el siglo XXI), expresa que las sociedades modernas, de medio desarrollo y desarrolladas occidentales; se pueden leer de la siguiente manera: tomando en cuenta la división por deciles de ingresos: un 10 por cierto rico, donde el 1% es súper rico; en Chile este 10% controla el 32% del PIB. Un 30% de una amplia clase media, con ingresos autónomos que les permite vivir, pero en muchos casos con alto endeudamiento y desestructuración familiar,  y un último estrato cercano al 60% donde los ingresos son bajos y el endeudamiento es proporcionalmente muy alto.

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Un agravante en el caso de chile, es que todos los costos de la mayoría de los bienes y servicios son traspasados vía mercado y usufructo de las empresas privadas al ciudadano consumidor.

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Esta situación, dado el contexto, de quiebre en la credibilidad de la mayoría de la instituciones que formaron parte del sino hegemónico, genera una ruptura en el ethos de Chile (en veinte años estaremos a un paso de ser un país desarrollado…), donde se observa y se evidencia el abuso, la escasa regulación por parte del Estado, la mentira de un Chile mejor y la desazón explicita que va a ser muy difícil salir adelante y tener una vida digna.

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Es en contexto y desarrollo que se levanta la llamada “explosión social”; revolución social o la rebelión de las clases medias y populares;  y me parece que hay grupos sociales claros e identificables en la explosión social:

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  • Los estudiantes secundarios.

  • Las feministas.

  • Las barras bravas (Grupos antifascistas).

  • Los adultos y adultos mayores.

 

El papel de los estudiantes secundarios en los tres eventos significativos ocurridos en los últimos 14 años es relevante: la revolución de los pingüinos el año 2006; la revolución estudiantil del año 2011 y en el comienzo del reventón social el 18 de Octubre de 2019. Aquí valdría hacer el análisis de por qué han sido ellos justamente el motor pequeño o mediano que ha echado a andar ese motor más grande de las demandas en la sociedad chilena.

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El empoderamiento feminista, también ha ido creciendo y tomando forma de diferentes maneras y ha logrado permear a la sociedad chilena de diferentes maneras. Y ahora con la performance de Las Tesis, se expresa a nivel nacional e internacional una demanda de lucha y cada vez más, con un mayor poder simbólico y político.

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Si una cosa debe llamar la atención fue el papel que jugaron las barras bravas en la explosión social; ya hace tiempo estas barras expresaban muchas cosas de la situación de nuestra sociedad; es decir, ellas mismas son expresión de la necesidad de identidad y pertenencia en una sociedad individualizada. Son capaces de organizarse políticamente ante lo ocurrido, se ponen de acuerdo para ir a las manifestaciones y luego evitan el desarrollo de un partido o partidos de las ligas profesionales, es decir se convierten en otro actor político popular nunca antes visto.

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La demanda por pensiones justas, moviliza a muchos adultos y adultos mayores, y esto se visibiliza mucho más porque en los últimos 5 años la cantidad de personas que se van jubilando por el sistema de AFP cada vez es más importante, y se constata que las pensiones son mínimas y no permiten vivir dignamente.

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En este escenario, de por si complejo, tenemos el trayecto por una nueva constitución, un terreno amplio de disputa, y que el mundo progresista debe enfrentar unido en sus objetivos, buscando la mayor parte de constituyentes y un relato político que le haga sentido al pueblo, buscando ir construyendo un bloque por los cambios mayoritario. Cuanta capacidad se tenga, en esta nueva correlación de fuerzas, eso está por verse, y dependerá de esto, cuanto se cambie el modelo actual.

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Construir una agenda social clara y específica que sea complementaria a los cambios institucionales que se buscan: Por ejemplo, caminar hacia un sistema mixto de pensiones y  quitar su administración a lo privados. Ir hacia una educación de calidad pública y fuera del mercado. Y desarrollar un sistema de salud, donde el eje sea la salud pública y no la privada. Levantar una agenda donde el respeto a los derechos humanos sea permanente, también forma parte de esta propuesta.

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Es importante señalar, no siempre se hace, que tenemos fuerzas poderosas  opuestas a estos cambios y a la  profundidad de ellos. Tenemos una burguesía no tan minoritaria,  inteligente, que piensa también en forma estratégica, aunque haya quedado descolocada por la explosión social. No es un adversario menor.

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Esto debe tenerse en cuenta en la disputa de poder y requiere, por cierto, la mayor amplitud posible de acuerdos en los temas que queremos cambiar de fondo.

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Por último, en ambos temas, lo constitucional y lo social, debe abordarse de una manera integral, la preocupación por la familia en un sentido amplio; abordar su fragilidad, sus daños y sus necesidades básicas, si queremos tener un mejor país con mejores personas, hay que empezar por esto.

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