Red Perspectivas: Nacional
ES HORA DE CAMBIARLO TODO
Autora: Ariadna Mansilla.
De pronto comenzó a llegar desde Ecuador, era una energía distinta, eran aires de libertad que nos hicieron llenarnos de valor al escuchar los gruesos y bien elaborados argumentos de las etnias amazónicas que salieron caminando desde la selva a la cuidad de Quito para recordarle a su presidente, Lenin Moreno, que estaban en un Estado Libre, Soberano y Plurinacional, y por lo tanto el gobierno debía responder a las necesidades y solicitud de sus pueblos, que era derogar el Decreto 883 y no entregar el país al Fondo Monetario Internacional.
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Mientras, en Chile un antiguo sentimiento de indignación, molestia y rabia recorría el país, al sentir que se acrecentaban las injusticias, las desigualdades y la impunidad. En Agosto del 2019 surge con fuerza la consigna “Nos cansamos, nos unimos” para demostrar que el pueblo se había cansado de los abusos y se unía por sus derechos sociales y políticos. Esta consigna no era vacía, se habían juntado más de 60 organizaciones sociales, que a su vez agrupaban a otras tantas a lo largo de todo Chile, y se proponían nada más y nada menos: “cambiar el estado de las cosas”. Declaraban estar hartos de décadas de políticas neoliberales, del individualismo y se propusieron entonces “la defensa y recuperación de las libertades y derechos fundamentales, que son los que le hacen sentido a la mujer y al hombre sencillo de nuestro pueblo, que aspiramos a una vida buena, justa y acogedora”. Este grupo se llama UNIDAD SOCIAL.
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Sin embargo, una vez más, el pitazo inicial lo dieron los estudiantes secundarios la semana del 14 al 18 de octubre al hacer un llamado para realizar evasiones masivas al metro de Santiago, en rechazo del alza de la tarifa del sistema de transporte público, bajo el lema “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”.
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Es en este ambiente que comenzó la explosión social de Chile, que dura y durará por mucho tiempo, hasta como dicen las consignas de la calle: “La Dignidad se haga costumbre”. Desde luego que razones le sobraban al pueblo chileno, ya que había venido dando muestras innumerables de su descontento. Durante más de dos meses el pueblo ha salido a las calles, porque la calle es el medio usado por los que sienten que no tienen voz, no tienen representación y no son escuchados.
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¿Qué pasó?, se preguntarán los políticos que hasta ahora no han entendido nada. Como van a entender si ellos no toman transporte público, como van a entender si ellos reciben sueldos millonarios, por tanto no les afecta ni el valor de la salud ni de la educación, tienen inversiones en el extranjero y son accionistas de grandes consorcios internacionales y, sobre todo, de las AFP e Isapres. Como van a entender, si sólo se relacionan con la gente a la hora de pedirles sus votos, para luego volver a su zona de confort.
Por más de 40 años Chile ha sido el experimento para un modelo económico y social que transformó este país. ¿Cómo se realizó? En la mejor de las condiciones, bajo un régimen dictatorial sangriento que dio las facilidades para su implementación, con lo que se ha llamado “política de shock” (represión de dirigentes políticos y sociales, gobernando a través de decretos leyes). En una primera fase con privatización de los activos del Estado y la reducción del gasto estatal, como principal elemento ordenador. Con una segunda fase más importante que la primera, que consolidó el modelo. En esta fase el modelo neoliberal NO fue impuesto, por el contrario, fue profundizada su eficacia y viabilidad de forma progresiva a través de los gobiernos civiles, por medios “democráticos” y por las coaliciones políticas que sucedieron a la Dictadura.
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Sin embargo, el “éxito” de este modelo en Chile sólo encubre una enorme catástrofe social para los más amplios sectores del pueblo chileno, un modo de grosera depredación y saqueo de sus riquezas, algo que se ha demostrado, con cifras impresionantes, muchas veces. A modo de muestra tres datos:
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1.- El 99% de los chilenos vive con un salario promedio de 680 dólares ($339.680), y el otro 1% con un salario promedio de 27.400 dólares ($13.703.000), es decir, 40 veces mayor. Importante notar que esa mayoría también es desigual: el 81% de las personas en Chile viven con un salario promedio de tan sólo 338 dólares ($169.000) con un tope, en ese promedio, de 1096 dólares mensuales ($548.000). (Fuente SII).
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2.- A diciembre de 2018, el 50% de las 684 mil jubilados que recibieron una pensión de vejez por edad (la modalidad de pensión más masiva) obtuvieron menos de $151 mil ($135 mil si no se incluyera el Aporte Previsional Solidario del Estado). Situación aún más grave para las mujeres, ya que el 50% de las 394.643 jubiladas por vejez de edad, recibe una pensión menor a $138 mil ($107 mil si no se incluyera el Aporte Previsional Solidario del Estado). (Fundación Sol)
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3.- Entre 2006 y 2011 las grandes compañías mineras extranjeras se han llevado de Chile más de 160.000 millones de dólares en ganancias. Hay que notar, además que mientras la inversión total de estas compañías entre 1974 y 2006 sumó 19.976 millones de dólares, sólo en 2006 obtuvieron ganancias por 25.405 millones de dólares.
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Este modelo es el que ha puesto en riesgo “el buen vivir” y es por ellos que podemos leer en los muros de la ciudad “hasta que la vida valga la pena”. Esta explosión social, que ha movilizado a millones a las calles, es por la necesidad imperiosa de recuperar la dignidad de un pueblo depredado que pide a gritos y con urgencia escapar de las lógicas de acumulación del capital y desmercantilizar la vida. Hoy la valorización se hace a través de la explotación de las personas y los hogares, en este sentido Antonella Picchio declara que este modelo es una “Economía de Muerte” que se sostiene a través de la depredación de la tierra y las personas.
¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!