La lucha feminista: un émbolo en el despertar de las y los chilenos.

Las mujeres hace un rato ya que despertamos en Chile. Un gran despertar se produjo el 2018 cuando el movimiento feminista se tomó las universidades y colegios reclamando una educación no sexista y denunciando los acosos sexuales de los que constantemente somos víctimas. Hoy sin embargo, desde el estallido social del 18 de octubre, el movimiento feminista se ha sumado a las demandas sociales, dejando en evidencia que las desigualdades en todos los ámbitos de la sociedad, son aún mayores para las mujeres. Podemos decir con toda propiedad que las reivindicaciones feministas abandonaron las cátedras y ahora inundan no solo las calles, entraron por la puerta principal de nuestros hogares, de la mano de nuestros hijos e hijas, de nuestras nietas y nietos y con ello de lleno a las redes sociales.

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En esta “Tercera ola feminista” (llamada así por los analistas) el movimiento feminista saca del espacio privado la violencia hacia la mujer y alerta sobre lo que ocurre en el espacio público. Estamos en presencia del movimiento feminista más grande de la historia de Chile, en cuanto a su extensión, transversalidad social y visibilidad, que está enfocado principalmente en terminar con la violencia tanto física como simbólica, que tiene que ver con toda la discriminación y las desigualdades.

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El movimiento feminista en Chile tiene la particularidad de haber salido a la calle a denunciar situaciones a las cuales nadie ha quedado indiferente, lo que en muchos casos a las mujeres les ha provocado resignificar lo que era su vida.  Sin lugar a dudas, esto tendrá su correlato en la política, ya que actualmente lo tiene en la discusión pública.

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Actualmente casi todas las demandas levantadas durante el movimiento social del 18-O, tienen sus más graves consecuencias sobre las mujeres. Durante el levantamiento social se ha exigido cambiar el sistema de pensiones donde las más discriminadas somos las mujeres, se habla de cambiar el sistema de salud donde es la mujer la que se lleva los más grandes costos, las mujeres hablamos de igualdad en el salario, valoración económica del trabajo doméstico, distribución de roles, acceso al trabajo, pero también hemos puesto en la mesa la igualdad de derechos en el espacio privado y la sexualidad.

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Hoy el feminismo se está convirtiendo en un marco teórico y práctico para la política, porque está pensando en cómo mejorar la calidad de vida cotidiana de las mujeres y con ello de todas las personas. Hoy la ciudadanía toda está exigiendo un actuar del Estado y del Gobierno más diligente en esta materia,  ya no basta generar bases con datos estadísticos, para actuar políticamente y promover un nuevo orden social, es necesario dar un paso más allá de la visibilización de la realidad, porque siguen existiendo brechas enormes, la precarización de las mujeres persiste, la política pública es insuficiente, la legislación por lo general se transforma en letra muerta y no logra actuar preventivamente y siempre se está llegando tarde. Las instituciones fundamentales de la sociedad siguen siendo todavía el fiel reflejo de esquemas patriarcales o colonialistas y, la democracia moderna no logra cumplir la promesa de paridad en los cargos de representación.

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El movimiento feminista ya se prepara para lo que será una nueva conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en un mes que han denominado “el mes de las y les que luchan”.

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Actualmente la coordinadora feminista 8M se constituye desde su diversidad como fuerza política de transformación y se articula para las luchas del año 2020. Una de las primeras acciones es el llamado a ser parte de un marzo feminista, donde se destaca el 8 y 9, días en que se proyecta una marcha y un llamado a huelga General Feminista a nivel nacional (huelga productiva y reproductiva). Actualmente la Coordinadora 8M se encuentra en el proceso de levantar una asamblea constituyente efectiva, popular, feminista, plurinacional y sobre todo nuestra.

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